NOTICIAS
Virginia Vallejo y su vida con Escobar por la que esperaba recibir USD 250 mil de Netflix
Encerrada en un apartamento en Miami, a sus 73 años, sigue esperando que su incómodo pasado se le convierta en dólares como intentó hacerlo con una demanda a fallida a la productora
En 1982 no había una mujer más seductora en Colombia que Virginia Vallejo. No sólo era el rostro del noticiero 24 Horas sino que había protagonizado películas como Colombian Conection, la más taquillera hasta ese momento en el país. En esa época salía con Anibal Turbay Bernal, sobrino del presidente en ese momento, Julio César Turbay Ayala. Un comerciante que militaba en el partido liberal, de dudoso pasado, que fue quien la invitó a pasar un fin de semana en Nápoles, una inmensa hacienda enclavada en el Magdalena Medio. Virginia se deslumbró con los animales pero todo le pareció excesivo, sobre todo su anfitrión, Pablo Emilio Escobar Gaviria.
El hombre quedó atrapado por los encantos de la diva. Era un encuentro entre senadores, figuras políticas de primer nivel entre los que se contaban senadores como Alberto Santofimio Botero. El capo la abordó al lado del río con un coqueteo agresivo sin consideración alguna con su acompañante. “Yo necesito una profesora de dicción, ¿usted cuánto me cobra?”. Virginia dio una suma exagerada para que no la contratara. Pero para el líder del Cartel de Medellín no había precio que lo frenara
Las clases de dicción terminaron en uno de los romances más explosivos de la historia del país, una historia que ha dado para telenovelas, películas y libros. No pasó mucho tiempo cuando ya Escobar era uno de sus entrevistados para la televisión nacional. El escenario: el barrio Moravia donde se anunciaba el programa Medellín sin tugurios, que catapultó el capo a la política y al liderazgo social que logró entre los más pobres de su ciudad.
Fue tanto lo que ganó que una tarde, en plena Vía Condotti de Roma, Virginia Vallejo gastó USD$ 300.000 en joyas. Otro día compró USD $ 100 mil en ropa en la Quinta Avenida. Lujos que podía darse por ser la amante de Pablo Escobar.
Pero eso mismo que le dio tanta plata significó su final en la televisión nacional. Después de que en abril de 1984 un sicario por orden suya matara al ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla, Pablo Escobar pasó a la clandestinidad. Vallejo empezó a ser despreciada por todos los canales nacionales hasta quedar desempleada. Ni siquiera le quedaron los de este comercial de medias Richie del cual ella era su rostro oficial. En 1991, con la telenovela Sombra de tu sombra, intentó regresar a la televisión nacional al lado de Guillermo Vives pero todo fue un fracaso.
Acosada por los medios y por la maldición que arrastra todo lo que tocó Escobar, vive desde hace casi treinta años en un minúsculo apartamento en Miami, sin ver a nadie. Hasta el 2006 se ganaba la vida comercializando cosméticos sin aparecer públicamente para no fallarle a la promesa de lograr ser recordada como el rostro más bello de la televisión nacional; al mejor estilo de Greta Garbo. La huella devastadora del tiempo jamás sería registrada.
Su libro, Amando a Pablo, odiando a Escobar, en donde incluso relaciona al expresidente Uribe con el capo, fue un éxito absoluto en ventas. Y después llegarían las serie de Netflix y Virginia siempre pendiente de lo que se diga de ella. Pero además no descuida la oportunidad de ponerse algun dinero por la historia de una pasado que le ha costa. Y la emprendió contra Netflix convencida de que la productora se había basado en sus memorias para hacer la serie Narcos. En el 2018 demandó a la plataforma por USD 250 mil pero, dos años después, perdió esa demanda.
Ahora le sigue molestando la difusión de El Patrón del Mal en Netflix. Explotó contra Angie Cepeda quien la interpreta en la novela: “Me quieren presentar como una prostituta barata y a Pablo como un cerdo asqueroso con panza de gelatina». La interpretación de la norteamericana Stephanie Sigman en Narcos tampoco la convenció y la calificó como “una mulataza mexicana con un cuerpo de travesti”.
A pesar de que su situación ha cambiado y aunque los malos tiempos parecen no volver, se siente perseguida y por eso no sale de su apartamento en North Miami. A sus 73 años dice tener problemas con la policía, cree que intentaron atropellarla, que le hackearon el Facebook y que le intervinieron el teléfono. Ella está convencida de que la persiguen por culpa de su nuevo proyecto: escribir un libro que cuente los secretos de la atractiva vida del magnante Julio Mario Santodomingo.