Stana Cerovic, ciudadana de Montenegro, fue una de las “vírgenes prometidas”, pues, aunque a mujer falleció en 2016 hasta ahora se conoce su historia. La mujer murió a los 85 años sin dejar ninguna descendencia para preservar el apellido de su familia, esto bajo una promesa que le hizo padre antes de que él muriera.
Stana es una de las “vírgenes prometidas”, una tradición de las sociedades rurales en esa zona donde las familias que no tenían hijos varones y solo tenían hijas mujeres las trataban como si fueran un hombre más.
La mujer que permaneció toda su vida soltera, además tuvo que cortarse el cabello, vestir como hombre y además tenía prohibido tener relaciones sexuales.
Aunque ella tenía dos hermanos varones, ellos fallecieron, por lo que le prometió a su padre salvar su apellido y nunca casarse.
Además, la tradición también inculcaba que si una mujer quería salir a bares o votar tenía que actuar para siempre como hombre y no tener relaciones sexuales. Hoy estas reglas están obsoletas, pues la última “virgen prometida” fue Stana.